viernes, 14 de junio de 2013

Didáctica Magna



Universidad Juárez Autónoma de Tabasco
División Académica de Educación y Artes
Lic. En ciencias de la educación



TENDENCIAS DIDÁCTICAS
MCE. Elizabeth Rodríguez Hernández.

SUBGRUPO “D”
1.    Rodrigo Díaz Vázquez.
2.    Carlos Macario Magaña Morales.
3.    Blanca Damián Enríquez.
4.    Mónica María Cruz Hernández.
TALLER II
ACTIVIDADES INDIVIDUALES


RODRIGO DÍAZ VÁZQUEZ

XVI Requisitos generales para aprender  y enseñar, esto es: de qué modo debemos enseñar  y aprender con tal seguridad que  necesariamente hayan de experimentarse los efectos.
Juan amos Comenio, didáctica magna; Porrúa        1998, p, 43-44  

La naturaleza aprovecha el tiempo favorable. De dos maneras se falta este fundamento en las escuelas:
I.              No utilizando el tiempo adecuado para el desarrollo del entendimiento
II.             No disponiendo luego los ejercicios con tal cuidado que todo se verifique infaliblemente por sus pasos contados.
La formación del hombre debe empezarse en la primavera de la vida: en la niñez. (La niñez nos representa la primavera, la juventud el estío, la virilidad el otoño, y la vejez el invierno). Las horas de la mañana son las más adecuadas para el estudio. (La mañana semeja la primavera, el medio día el verano, la tarde el otoño, y la noche el invierno). Todo cuanto se ha de aprender debe de escalonarse conforme a los grados de la edad, de tal manera que no se proponga nada que no esté en condiciones de recibir.


XVI Requisitos generales para aprender  y enseñar, esto es: de qué modo debemos enseñar  y aprender con tal seguridad que  necesariamente hayan de experimentarse los efectos.
Juan amos Comenio, didáctica magna; Porrúa        1998, p, 46-50

La naturaleza toma para sus operaciones los sujetos a propósito, o también para hacerlos aptos los prepara antes adecuadamente. Se ha pecado contra esto en las escuelas, no tanto admitiendo en ellas a los obtusos y necios. La naturaleza no se confunde en sus obras, procede claramente en cada una de ellas; en las escuelas existió la confusión de enseñar a los discípulos muchas cosas a un tiempo. La naturaleza empieza todas sus operaciones por lo más interno; debe formarse primero el entendimiento de las cosas, después la memoria, y por último la lengua y las manos; debe tener en cuenta el preceptor todos los medios de abrir el entendimiento y utilizarlos congruentemente. La naturaleza parte en la formación de todas sus cosas de los más general y termina por lo más particular. La naturaleza no da saltos, sino que procede gradualmente; el núcleo de los estudios debe distribuirse cuidadosamente en clases, a fin que los primeros abran camino a los posteriores y les den sus luces. La naturaleza así que comienza no cesa hasta terminar; al que haya de ir a la escuela reténgasele en ella hasta que se convierta en un hombre erudito, de buenas costumbres y religioso.  La naturaleza evita diligentemente lo contrario y nocivo; que los discípulos no tengan abundancia de libros, a no ser los de su clase. No debe tolerarse compañías disolutas ni en las escuelas, ni cerca de ellas. Si todo esto se observa con cuidado seguramente las escuelas llegaran a su fin.

XVI Requisitos generales para aprender  y enseñar, esto es: de qué modo debemos enseñar  y aprender con tal seguridad que  necesariamente hayan de experimentarse los efectos.
Juan amos Comenio, didáctica magna; Porrúa        1998, p, 44-45

La naturaleza prepara la materia antes de empezar a adaptarle la forma. Contra este fundamento pecan las escuelas:
I.              porque no cuidan de tener dispuestos para el uso sus instrumentos de trabajo: libros, tablas, modelos, ideas; si no que a medida que  van necesitando una u otra cosa, la adquieren, hacen, dictan, transcriben, etc.
II.             porque en los mismos libros que tienen las escuelas no se guarda el orden natural de que precede la materia y siga la forma.
Para corregir el método conforme al fundamento  se requiere:
I.               Que estén de ante mano dispuestos los libros y demás instrumentos.
II.             Que se forme el entendimiento antes que la lengua.
III.            Que ninguna lengua se aprenda por la gramática, sino, mediante el uso de autores adecuados.
IV.           Que las enseñanzas reales vayan antes que las orgánicas.
V.            Que los ejemplos precedan a las reglas.

CARLOS MACARIO MORALES MAGAÑA

Requisitos generales para aprender  y enseñar, esto es: de qué modo debemos enseñar  y aprender con tal seguridad que  necesariamente hayan de experimentarse los efectos.
Juan amos Comenio, didáctica magna; Porrúa        1998, p, 61-71

La naturaleza aprovecha el tiempo favorable. Por ejemplo: El ave, al intentar la multiplicación, no
Comienza en el invierno, cuando todo está frío y helado; ni en el estío, cuando el calor pone ardientes y marchitas todas las cosas; ni en el otoño, en que la vitalidad universal decae con el sol y el vecino invierno es adverso a todo lo nuevo; sino en la primavera, durante la cual presta el sol vigor y vida a todo.
I. La formación del hombre debe empezarse en la primavera de la vida; esto es, en la niñez. (La Niñez nos representa la primavera; la juventud, el estío; la virilidad, el otoño, y la vejez, el invierno.)

II. Las horas de la mañana son las más adecuadas para los estudios (porque la mañana semeja la primavera; el medio día, el verano; la tarde, el otoño, y la noche el invierno).

III. Todo cuanto se ha de aprender debe escalonarse conforme a los grados de la edad, de tal manera que no se proponga nada que no esté en condiciones de recibir.

La Naturaleza prepara la materia antes de empezar a adaptarle la forma. Por ejemplo: El ave, al producir un nuevo ser, primeramente concibe el germen de una gota de su sangre; después hace el nido en que ha de poner los huevos, y por último, incubándolos, los empolla y saca.
Contra este fundamento pecan las escuelas:
Porque en los mismos libros que tienen las escuelas no se guarda el orden natural de que preceda la materia y siga la forma. Precisamente en todo se hace lo contrario, la distribución de las cosas se efectúa antes de las cosas mismas, siendo así que es imposible ordenar sin poseer antes lo que debe ponerse en orden.

De aquí se deduce que para corregir el método conforme al fundamento que acabamos de
Exponer, se requiere:

I. Que estén de antemano dispuestos los libros y demás instrumentos.
II. Que se forme el entendimiento antes que la lengua.
III. Que ninguna lengua se aprenda por la gramática, sino, mediante el uso de autores adecuados.
IV. Que las enseñanzas reales vayan antes que las orgánicas.
 V. Que los ejemplos precedan a las reglas.
En las escuelas existió la confusión de enseñar a los discípulos muchas cosas a un tiempo.
Por ejemplo: la gramática latina y la griega, quizá la retórica y qué sé yo qué más. ¿Quién no sabe que en las escuelas clásicas se cambiaba durante el día de ejercicios y lecciones en cada hora? Y pregunto yo, ¿qué es confusión si no lo es esto? Es igual que si un zapatero se propusiese hacer al mismo tiempo seis o siete zapatos, empezando uno y dejándole en seguida para coger otro, y así sucesivamente.

I. El núcleo de los estudios debe distribuirse cuidadosamente en clases, a fin de que los primeros abran el camino a los posteriores y les den sus luces.

II. Hay que hacer una escrupulosa distribución del tiempo para que cada año, mes, día y hora tenga su particular ocupación.

III. Debe observarse estrictamente la extensión del tiempo y el trabajo para que nada se omita ni se trastorne nada.

BLANCA DAMIAN ENRIQUEZ

Requisitos generales para aprender  y enseñar, esto es: de qué modo debemos enseñar  y aprender con tal seguridad que  necesariamente hayan de experimentarse los efectos.
Didáctica Magna
Capitulo XVI Pág. 61-71

El incremento de las cosas se genera espontáneamente de igual modo se procede en lo artificial. La prueba de la destreza está en el plantar. La enseñanza debe de surgir de forma similar a la naturaleza, en donde el método de enseñar ha de fundarse en el arte, en donde debe surgir paralelo a lo artificial. El sembrar es como plantar la semilla del conocimiento y el descubrimiento en cada alumno a medida de que tal como la naturaleza hace crecer las plantas el alumno haga crecer su conocimiento, nutriéndolo guiándolo y dejándolo crecer, todo esto de manera natural.
Y para ello se establecieron ciertos fundamentos.

¥  FUNDAMENTO I

La naturaleza aprovecha el tiempo favorable
Nada acontece fuera de su tiempo.
De dos maneras se falta a este fundamento en las esas escuelas:
I. No utilizando el tiempo adecuado para el desarrollo del entendimiento.
II. No disponiendo luego los ejercicios con tal cuidado que todo se verifique infaliblemente por sus pasos contados podemos, por lo tanto, dar las siguientes conclusiones:
I. La formación del hombre debe empezarse en la primavera de la vida; esto es, en la niñez. (La niñez nos representa la primavera; la juventud, el estío; la virilidad, el otoño, y la vejez, el invierno.)
II. Las horas de la mañana son las más adecuadas para los estudios (porque la mañana semeja la primavera; el medio día, el verano; la tarde, el otoño, y la noche el invierno).
III. Todo cuanto se ha de aprender debe escalonarse conforme a los grados de la edad, de tal manera que no se proponga nada que no esté en condiciones de recibir.

¥  FUNDAMENTO II

La Naturaleza prepara la materia antes de empezar a adaptarle la forma.
Contra este fundamento pecan las escuelas:
I. Porque no cuidan de tener dispuestos para el uso sus instrumentos de trabajo: libros, tablas, modelos, ideas, etc. sino que a medida que van necesitando una u otra cosa, la adquieren, hacen, dictan, transcriben, etc., con lo cual marchan desdichadamente si tropezamos. Porque en los mismos libros que tienen las escuelas no se guarda el orden natural de que preceda la materia y siga la forma.
Precisamente en todo se hace lo contrario, la distribución de las cosas se efectúa antes de las cosas mismas, siendo así que es imposible ordenar sin poseer antes lo que debe ponerse en orden.

¥  FUNDAMENTO III

La Naturaleza toma para sus operaciones los sujetos a propósito, o también para hacerlos aptos los prepara antes adecuadamente.
Se ha pecado contra este fundamento en las escuelas, no tanto admitiendo en ellas a los obtusos y necios sino, no reuniéndolos completamente en las escuelas, ya que los que han de ser transformados en hombres no deben salir del taller antes de su total formación.
 Después de lo cual:
I. Todo el que en la escuela ingrese, tenga perseverancia.
II. Para cualquier estudio que haya de emprenderse hay que preparar el espíritu de los discípulos.
III. Hay que despojar de impedimentos a los discípulos.

¥  FUNDAMENTO IV

La Naturaleza no se confunde en sus obras, procede claramente en cada una de ellas.
Todo se forma claramente sin confusión alguna.
En las escuelas existió la confusión de enseñar a los discípulos muchas cosas a un tiempo. Cuídese también en las escuelas de que los discípulos no se ocupen en cada momento sino de una cosa sola.

¥  FUNDAMENTO V

La Naturaleza empieza todas sus operaciones por lo más interno.
Lo más interno va en primer lugar.
Así, pues, si el formador de la juventud actúa intensamente sobre la raíz del
Conocimiento, esto es, el entendimiento, con facilidad pasará el vigor a la estaquilla, la memoria, y aparecerán por fin las flores y los frutos, el uso expedito del idioma y el conocimiento de las cosas.
Pecan en esto los Preceptores que pretenden realizar la formación de la juventud que les está encomendada dictando y exigiendo mucho a la memoria sin una diligente investigación de las cosas.
De lo que se deduce:
I. Debe formarse primero el entendimiento de las cosas; después la memoria, y, por último, la lengua y las manos.
II. Debe tener en cuenta el Preceptor todos los medios de abrir el entendimiento y utilizarlos congruentemente.

¥  FUNDAMENTO VI

La naturaleza parte en la formación de todas sus cosas de lo más general y termina por lo más
Particular. De lo cual se deduce que se enseñan muy mal las ciencias cuando su enseñanza no va precedida de un vago y general diseño de toda la cultura, pues no hay nadie que pueda ser instruido de tal manera que resulte perfecto en cualquier ciencia particular sin relación con las demás.
El remedio de este mal será que:
I. Se echen los cimientos de la erudición general desde el primer momento de su formación en la inteligencia de los niños que han de dedicarse a los estudios.
Cualquier idioma, ciencia o arte se enseñe primero por los más sencillos rudimentos para que tenga de ella total idea.
III. El sistema completo con las excepciones. Por último, los comentarios, si hay necesidad.

¥  FUNDAMENTO VII

 La Naturaleza no da saltos, sino que procede gradualmente.
Claramente se ve que es una necedad que los preceptores no hagan para ellos y los discípulos una tal distribución de los estudios que no solamente vayan unas cosas después de otras, sino que cada una de ellas se desenvuelva dentro de límites determinados. Sin determinar el límite ni fijar los medios para llegar a estos límites y el orden de estos medios, con facilidad se pasa algo, algo se invierte y se perturba todo.
 Así, pues:
I. El núcleo de los estudios debe distribuirse cuidadosamente en clases, a fin de que los primeros abran el camino a los posteriores y les den sus luces.
II. Hay que hacer una escrupulosa distribución del tiempo para que cada año, mes, día y hora tenga su particular ocupación.
III. Debe observarse estrictamente la extensión del tiempo y el trabajo para que nada se omita ni se trastorne nada.

¥  FUNDAMENTO VIII

 La Naturaleza así que comienza no cesa hasta terminar.
No hay que cesar hasta no terminar la obra.
De lo cual se deduce que se procede dañosamente si los niños van periódicamente con intervalos de meses o años a la escuela y durante otros períodos se dedican a otros asuntos. Lo mismo si el Preceptor comienza con el discípulo ahora una cosa luego otra, sin llevar nada hasta el fin seriamente. También si no se propone y termina algo en cada hora de modo que resulte un
Patente adelanto en cada vez. Donde falte tal entusiasmo, se enfriará todo.
Por lo tanto:
I. Al que haya de ir a la escuela reténgasele en ella hasta que se convierta en hombre erudito, de buenas costumbres y religioso.
II. La escuela debe estar en lugar tranquilo, separado de las turbas y barullos.
III. Lo que, según esté establecido, haya que hacer, hágase sin interrupción alguna.
IV. No deben otorgarse a nadie salidas ni vagancias.

¥  FUNDAMENTO IX

 La Naturaleza evita diligentemente lo contrario y nocivo.
Se procede, pues, con poca prudencia cuando en el comienzo de los estudios se proponen controversias a la juventud; es decir, se despiertan dudas respecto del conocimiento mismo que pretendemos inculcar en su entendimiento. ¿Qué es esto sino arrancar la planta que va a echar raíces? Y lo mismo si no apartamos de los malos libros, erróneos o confusos a la juventud, como así mismo de las malas compañías.
Será, pues, conveniente:
I. Que los discípulos no tengan abundancia de libros, a no ser los de su clase.
II. Que los libros referidos estén de tal modo preparados que no pueda aprenderse en ellos sino sabiduría, piedad y buenas costumbres.
III. No deben tolerarse compañías disolutas ni en las escuelas ni cerca de ellas.
Si todo esto se observa con cuidado seguramente las escuelas llenarán su fin.


MÓNICA MARÍA CRUZ HERNÁNDEZ


Capitulo XVI
Requisitos generales para aprender  y enseñar, esto es: de qué modo debemos enseñar  y aprender con tal seguridad que  necesariamente hayan de experimentarse los efectos.
Didáctica Magna Pág. 61-71

FUNDAMENTO I

7. La naturaleza aprovecha el tiempo favorable.
I. La formación del hombre debe empezarse en la primavera de la vida; esto es, en la niñez. (La niñez nos representa la primavera; la juventud, el estío; la virilidad, el otoño, y la vejez, el invierno.)
II. Las horas de la mañana son las más adecuadas para los estudios (porque la mañana semeja la primavera; el medio día, el verano; la tarde, el otoño, y la noche el invierno).
III. Todo cuanto se ha de aprender debe escalonarse conforme a los grados de la edad, de tal manera que no se proponga nada que no esté en condiciones de recibir.
FUNDAMENTO II
11. La Naturaleza prepara la materia antes de empezar a adaptarle la forma.
I. Que estén de antemano dispuestos los libros y demás instrumentos.
II. Que se forme el entendimiento antes que la lengua.
III. Que ninguna lengua se aprenda por la gramática, sino, mediante el uso de autores adecuados.
IV. Que las enseñanzas reales vayan antes que las orgánicas.
V. Que los ejemplos precedan a las reglas.

FUNDAMENTO III

20. La Naturaleza toma para sus operaciones los sujetos a propósito, o también para hacerlos aptos los prepara antes adecuadamente.
I. Todo el que en la escuela ingrese, tenga perseverancia.
II. Para cualquier estudio que haya de emprenderse hay que preparar el espíritu de los discípulos (acerca de lo cual hablaremos más extensamente en el capítulo siguiente, Fundamento II).
III. Hay que despojar de impedimentos a los discípulos. Para nada sirve dar preceptos si antes no remueves los obstáculos a lo que preceptúas, dice Séneca. Cierto es y de ello trataremos en el siguiente capítulo.

 FUNDAMENTO IV

26. La Naturaleza no se confunde en sus obras, procede claramente en cada una de ellas.
31. Imitémoslos y procuremos que no se imbuya la dialéctica a los que estudien gramática; y cuando ésta ocupa nuestra inteligencia no vayamos a perturbaría con la retórica, y que mientras estudiamos lengua latina espere la griega, etcétera. Además se dificultan las unas a las otras, porque el que mucho abarca poco aprieta. No ignoraba esto aquel insigne varón, José Escaligero, de quien se refiere que (tal vez por consejo de su padre) jamás se dedicó sino a un solo estudio, al que se entregaba durante aquel tiempo con todas las energías de su entendimiento. Esta fue la causa de que de tal modo llegase a conocer catorce idiomas y cuantas artes y ciencias puede investigar el ingenio humano, una después de otra, que resultase más versado en todas ellas que los que a una sola se dedican. Quien intentó seguir estas huellas no lo intentó en vano.
32. Cuídese también en las escuelas de que los discípulos no se ocupen en cada momento sino de una cosa sola.

FUNDAMENTO V

33. La Naturaleza empieza todas sus operaciones por lo más interno.
 I. Debe formarse primero el entendimiento de las cosas; después la memoria, y, por último, la lengua y las manos.
II. Debe tener en cuenta el Preceptor todos los medios de abrir el entendimiento y utilizarlos congruentemente.

FUNDAMENTO VI

38. La naturaleza parte en la formación de todas sus cosas de lo más general y termina por lo más particular.
I. Se echen los cimientos de la erudición general desde el primer momento de su formación en la inteligencia de los niños que han de dedicarse a los estudios; esto es, una disposición tal de las cosas que los estudios que después se emprendan no parezca que aportan nada nuevo, sino que sean un cierto desarrollo particular de lo primeramente aprendido. Del mismo modo que al árbol que crece durante cientos de años no le nacen nuevas ramas, sino las que en un principio le salieron se subdividen siempre en nuevas ramillas.
II. Cualquier idioma, ciencia o arte se enseñe primero por los más sencillos rudimentos para que tenga de ella total idea. Luego, más intensamente los preceptos y ejemplos. En tercer lugar, el sistema completo con las excepciones. Por último, los comentarios, si hay necesidad. El que se hace cargo del asunto desde el principio no tiene necesidad de comentarios. El mismo, tal vez, pueda comentar poco después.


FUNDAMENTO VII

46. La Naturaleza no da saltos, sino que procede gradualmente.
I. El núcleo de los estudios debe distribuirse cuidadosamente en clases, a fin de que los primeros abran el camino a los posteriores y les den sus luces.
II. Hay que hacer una escrupulosa distribución del tiempo para que cada año, mes, día y hora tenga su particular ocupación.
III. Debe observarse estrictamente la extensión del tiempo y el trabajo para que nada se omita ni se trastorne nada.

FUNDAMENTO VIII

51. La Naturaleza así que comienza no cesa hasta terminar.
I. Al que haya de ir a la escuela reténgasele en ella hasta que se convierta en hombre erudito, de buenas costumbres y religioso.
II. La escuela debe estar en lugar tranquilo, separado de las turbas y barullos.
III. Lo que, según esté establecido, haya que hacer, hágase sin interrupción alguna.
IV. No deben otorgarse a nadie salidas ni vagancias (bajo ningún pretexto).

FUNDAMENTO IX

57. La Naturaleza evita diligentemente lo contrario y nocivo.
I. Que los discípulos no tengan abundancia de libros, a no ser los de su clase.
II. Que los libros referidos estén de tal modo preparados que no pueda aprenderse en ellos sino sabiduría, piedad y buenas costumbres.
III. No deben tolerarse compañías disolutas ni en las escuelas ni cerca de ellas.
63. Si todo esto se observa con cuidado seguramente las escuelas llenarán su fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario